sábado, 5 de marzo de 2011

Una inquebrantable fe.

Cuando casi vivía en el coche, sintonizaba con frecuencia Radio Estel, una emisora del Arzobispado de Barcelona, que supo en su momento encontrar la fórmula mágica del éxito; emitir música continua, de fondo, sin palabras de introducción ni comentarios. Ayer conocí a uno de sus fundadores, vinculado aún a las tareas de supervisión y del mantenimiento ideológico de los contenidos que cada día lanzan al aire. Presentó en lo que había de ser un debate, su aplastante ideario, sin concesiones. Con un discurso contundente, ameno y pedagógico, con toda sutileza, contó a un auditorio embelesado por sus anécdotas y alusiones, la historia de la emisora, sus objetivos, y sus éxitos. Una mención pequeña, apenas apuntada, recordaba las dificultades que tuvieron para acceder a las ondas. Escuchaba atónita y fascinada, un modelo magistral de discurso persuasivo, capaz de volver a arrastrar masas si éstas no se hubieran vuelto tan dispersas y abúlicas. Difícil y sencillo, mosén ¿verdad?, un poquito de alusión personal, un poquito de la aventura en Corea, los silencios densos de las parejas...perfecto. El clima está creado. Entonces, como quien no quiere la cosa, nos deja caer que los Salesianos tienen una nueva asignatura de estudio: "Educar la interioridad", porque ya nadie hace introspección. No existe aquel bienamado silencio que tanto les ayudó en tiempos a fomentar sus lucrativas ideas del bien y del mal. Ataca la cultura de la pantalla y no me extraña. Resulta que los niños acceden por sí solos a la información, sin dejar a nadie que la cribe, la seleccione y la adorne, teniendo en cuenta que aún no tienen criterios sólidos. Y además, resulta que se hacen más perceptivos, más lógicos y menos influenciables. Que no hay infierno que les asuste, vaya.
Después de ésto, ya sí, marca formas de comportamiento que dan esperanza.
Y el truco para que penetren en el intelecto ajeno (repeticiones, lenguaje familiar, contenidos emocionales, usos oratorios, etc.) Creo que se queja amargamente de que la imagen sea más potente que la palabra, pese a que sabe que la Iglesia grabó sus historias en la piedra de las catedrales, porque con la voz y la escritura no había suficiente. Para su desconsuelo, las imágenes actuales, además son múltiples en sus orígenes y contenidos, por lo que no hay manera, según él, de que socialicen. Creo que quiere decir que la diversidad de modelos comunicativos no permite el adoctrinamiento. Pues menos mal, mosén. Porque yo, que hace tiempo me habría rendido a sus encantos, a fuerza de investigar me he convertido en una gran creyente de todo aquello que ocurre a mi alrededor y que tiene que ver con los seres humanos. Jaume, Joan, Glòria, Magda, cómo no veréis no podía ayer pedir la palabra. Porque si convido a Radio Estel, debo saber a quien hemos convidado.