miércoles, 2 de febrero de 2011

Primos hermanos.

Responden a la tipología descrita por Julio César en "La guerra de las Galias" cuando habla de los soldados de Iberia: son robustos, cortos de estatura, fieles y valerosos. A mis primos se les nota que son supervivientes natos, capaces de amoldarse a cualquier tipo de vida que les toque en suerte. Puedo seguir en sólo unas horas las aventuras interculturales del clan. La respuesta individual a las ofertas que han llagado a sus vidas. Soy consciente que hay una nueva generación, que no intento registrar. Los que no han abandonado el pueblo, continuan entre ellos los viejos conflictos. Tener malas relaciones con los hermanos por rencores sobre privilegios paternos, siempre fué y continua siendo una constante. Los ascensos en la escala social de cada uno eran más que previsibles. Desde la inteligencia comercial, han intentado pequeños negocios, de rentabilidad poco ambiciosa, seguramente por una prudencia miedosa que reconozco en mis propis sentimientos. Los cónyuges responden tambien a prototipos de prudencia, nada llamativo. Gente normal. La convocatoria responde a la inquietud de mi prima Carmen, emprendedora como lo fue su madre, y que tiene una razonable buena vida despues de la jubilación de su marido, que para trabajar fielmente con mi hermano, recorrió más de 4.000.000. de Km. entre Santa Olalla y Madrid. De mi prima, en Catalunya, diríamos que se ha convertido en "el pal de paller" de la familia. Informa sin resentimientos de graves enfermedades, muertes que no conozco y eventos familiares varios. También de la ruina del hijo de mi tía Jose, cuya esposa filipina da la impresión de haberse comido literalmente el patrimonio. Mi primo Julián, el seminarista enfermizo de mi infancia, se casó con su maestra. Ahora los 10 o 15 años que tienen de diferencia se notan mucho. Catedrático jubilado, tambien tiene una vida razonable. ¿Qué queda de mi familia que yo pueda reconocer?. Mis primas, aquellas con las que me decían que tenía parecido físico, son jóvenes y estan gordas. Gritan ordinariamente y no me reconocen. Mi prima Andrea me transmite el cariño mitificado de mi tia Jose, y poco más. Todo el mundo recuerda una bondad y una ternura en mi madre que yo no tuve ocasión de disfrutar nunca. Mal recuerdo dejó mi padre. Con pelos y señales mi primo de Valencia, Armando me agradece la acogida que le di en Manresa, cuando empezó a trabajar para la Telefónica. Ellos vivieron una infancia marcada por la adoración que sus padres sentían por la belleza de sus vástagos. Su piel de porcelana ha envejecido, con "flores de cementerio" que no desdicen su gallardía. Rechazaron el encuentro mi hermana, que no admite sus orígenes ni su edad, y los hijos de mi tía Teresa que son los mayores entre todos. Hubiera sido una bonita foto. Dejo para el final lo que más impresión me hizo. Por la bondad y belleza que recordaba de sus padres, me habia construido una imagen de mis primos de Barajas muy ideal. El , ha perdido la belleza de la mirada,tras los ojos entrecerrados de un fumador empedernido, como lo fué su padre. Su esplendida cabellera blanca, y su tono de voz bondadoso, no mejoran su imagen de contumaz perdedor. Y la niña ha conservado unas mejillas rubicundas, que presentan el mal color que da una vida inquieta, con muchos problemas habituales. Pienso que su orfandad les cogeló en su momento la capacidad de ser plenamente felices, y que quizá por ello han dado muchos tumbos, sin acabar de romper les esterotipos sociales que sólo se saltaron a medias.

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